Resulta enternecedor ver a los líderes mundiales preocupados por la marcha del comercio global en cada encuentro internacional de renombre. Ahora es el turno del Foro de Davos, que se desarrolla durante esta semana en los bucólicos Alpes suizos.
La secuencia es siempre la misma: "Doha no está perdida", dice alguien de uno u otro bando. "No podemos mejorar nuestra oferta", responden de la vereda de enfrente. Más declaraciones entusiastas. Y Pascal Lamy que hace equilibrio entre la euforia y las suplicas a los jugadores clave para que se sienten a negociar.
Hay, sin embargo, rumores en el aire de un posible acuerdo, que aparentemente contemplaría una interesante reducción en los subsidios de EEUU y una mayor apertura de mercado por parte de la UE (Vía: Dingel). A mi me sigue pareciendo difícil que vayan a destrabar Doha, en particular por la debilidad política de Bush. De hecho, hace tiempo que vienen abriendo el paraguas por un posible fracaso en la renovación del fast track (También de Dingel).
En términos realistas, sólo nos queda la esperanza asiática. Este mes los países de la ASEAN avanzaron en su integración comercial, amén de reforzar sus lazos con China. Europa y EEUU, que no participaron de estas negociaciones, probablemente empiecen a ponerse un poco nerviosos si se producen avances concretos. Ergo, el comercio multilateral puede aparecer nuevamente en la agenda, esta vez para evitar quedarse afuera de las riquezas de Oriente. Asia, por cierto, pisa cada vez más fuerte en la economía global, aunque también se está profundizando la interdependencia entre regiones.
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