El capitalismo "a la china" estuvo caracterizado desde el principio por la presencia de corporaciones gubernamentales o State Owned Corporations (SOE). Para los entusiastas pro mercado, el desarrollo económico del gigante asiático tendería a ser acompañado por un saneamiento y privatización de estas empresas, en función de su ineficiencia y de la incapacidad de los bancos públicos para financiarlas. En la práctica, se ha verificado efectivamente un menor peso relativo de las mismas a lo largo de los años.
Sin embargo, el gobierno chino no ha dejado de tener injerencia en sectores estratégicos, impulsando fuertemente a muchas de las nuevas multinacionales chinas y generando resquemores en la economía global (recordar, por ejemplo, el debate por el contrato de Lenovo con el Pentágono).
China acaba de anunciar sus intenciones de incubar hasta 50 empresas públicas para convertirlas en "campeones globales", manteniendo asimismo el control estratégico de sectores vitales para el país: defensa; petroquímica; energía; telecomunicaciones; carbón; aviación civil; y la industria naviera.
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