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jueves, abril 04, 2013

La Ciudad de Moda (y también Digital)

El desfile de Fabián Zitta en La Ciudad de Moda (Foto: Fashion World)

La moda y tecnología están cada vez más conectadas (¿valga la redundancia?). Aparece con fuerza una aparente paradoja que ya hemos mencionado anteriormente: La carrera hacia el futuro parece contradecir el retorno al origen, al vínculo con los materiales nobles y con las historias detrás de los productos, que también es tendencia en las industrias creativas. Sin embargo, la tecnología también nos permite conocernos, conectarnos y expresarnos en red, a escala planetaria. La clave sigue siendo poder contar buenas historias.

La impresión 3D, por ejemplo, ya ha irrumpido triunfalmente en las pasarelas, para desconcierto de algunos puristas:

Recently, on the catwalks of the Spring Fashion Week 2013 in Paris, 3D printing was again a major highlight in Iris van Herpen’s Haute Couture show, ‘VOLTAGE’. Collaborating with 2 pioneers of the 3D printing industry, the Dutch designer presented never-before-seen 3D printed Haute Couture. Van Herpen is without any doubt the leading lady of Haute Couture and 3D printed fashion.

Más allá de la sorpresa inicial, el fenómeno señala una interesante tendencia hacia la personalización, a la posibilidad de imprimir la propia vestimenta en tantas variantes como personas habitan este planeta. La impresión 3D también augura un futuro de mayor conciencia ecológica en el que cada uno pueda reparar y reutilizar su ropa.

La moda, como todas las industrias creativas, tiende a ser un contenido. Hay cientos de experimentos tecnológicos que hablan más o menos de lo mismo: a) Ampliar la experiencia; b) Ofrecer una conexión 24 x 7 ; c) Socialización extrema a través de las redes sociales; d) Emergencia de nuevos actores sociales a partir de la reputación en Internet; y, e) Redefinición del rol de los curadores en la red.

Como dijimos, hay cientos, miles de ejemplos. Basta ver lo que sucede en cada London Fashion Week o recorrer la lista de las compañías de moda más innovadoras del mundo, compilada por la revista Fast Company. Christopher Bailey, Chief Creative Officer de Burberry, hace hincapié en los desafíos que enfrentan las empresas en esta interesante entrevista:

Juxtaposed with more traditional racks of clothing and accessory and fragrance displays, Bailey’s plan for Regent Street includes one large-scale video screen to draw browsers in. In addition, “there will be many screens throughout the space,” he explains, “which are not going to be gimmicks,” he adds with a quiet laugh. Rather, Bailey’s intent is to merge the physical and digital retail worlds by providing an evolving array of visual and musical content that informs all aspects of the brand. “It is going to talk to very different types of people,” Bailey says.

¿Cómo estamos viviendo este fenómeno en Argentina? Todavía es muy reciente para emitir un diagnóstico, pero es auspicioso ver aparecer nuevos actores. ¡Ojalá la próxima edición de La Ciudad de Moda de cuenta de esta tendencia!


jueves, marzo 07, 2013

Algunos dilemas de la impresión tridimensional

El sueño de la Trimaker produce monstruos

Ya hemos reseñado aquí los albores de la revolución que Chris Anderson señala en su nuevo libro Makers: El mundo está a punto de ser tomado por asalto por una horda de impresoras 3D a bajo precio y con usos todavía insospechados. Y todo indica que Argentina también será parte de esta historia que recién ahora empieza a tomar forma.

Gracias a la invitación de @emilianchamorro pude ver en acción a la @Trimaker1 , impresora 3D de fabricación nacional que está todavía en etapa de testeo. Arriba pueden verse algunos de sus "frutos". En diferentes países, mientras tanto, proliferan los espacios de trabajo colaborativo que mencionamos en este post anterior. Ya hay en carpeta algunos proyectos similares en Buenos Aires y, si las trabas a las importaciones no complican excesivamente las cosas, en breve estarán funcionando. De hecho, hasta nuestro Centro Metropolitano de Diseño (CMD) podría plantearse, en otras funciones, como un gran espacio de experimentación para inventores y diseñadores.

Estos avances vienen acompañados de dilemas interesantes y novedosos. A mediados del año pasado Clive Thompson publicó el artículo "New Tech V. Old Laws" en la revista Wired, alertando sobre los peligros inherentes a aplicar el marco legal actual a estas nuevas configuraciones productivas:

So really, the longer-term danger here is that manufacturers will decide the laws aren’t powerful enough. Once kids start merrily copying toys, manufacturers will push to hobble 3-D printing with laws similar to the Stop Online Piracy Act. “You’ll have people going to Washington and saying we need new rights,” Weinberg frets. Imagine laws that keep 3-D printers from outputting anything but objects “authorized” by megacorporations — DRM for the physical world. To stave this off, Weinberg is trying to educate legislators now. I hope he’s successful. After all, 3-D printers aren’t just about copying. They’re a powerful new tool for experimenting with the design of the physical world, for thinking, for generating new culture, for stretching our imaginations.

Pero también la poesía se esconde en los fríos mecanismos y en la cadencia regular de estas impresoras. ¿La tecnología nos permite volver a encontrarnos con nosotros mismos, con nuestra capacidad de soñar y plasmar en materia lo que soñamos? ¿Podemos nuevamente contar historias a partir de lo que fabricamos a escala humana? ¿Vamos a una lucha del hombre contra las máquinas o una hibridación consciente y más poderosa? 

Vale la pena echarle una mirada al artículo "O homem e a máquina" de Juliana Lopes sobre una curiosa "acción" desarrollada durante la Semana del Diseño en Milán en 2012. Allí el artista Dominic Wilcox planteó una lucha contra una impresora 3D, trabajando codo a codo junto a la máquina para ver quién desarrollaba el mismo producto en menor tiempo. La máquina, por supuesto, le ganó al hombre pero sin duda hay algo noble en el sudor del artesano y en perfecta e irrepetible imperfección de su obra. Espero que nunca perdamos la capacidad de sorpresa.


martes, diciembre 11, 2012

¿Vuelta a las raíces?



¡Nuestro pasto es ahora el más verde!

El mundo de las cosas está experimentando algunos cambios importantes y cuyo impacto en los sistemas de producción globales apenas empieza a vislumbrarse. El "fin de la historia" parecía anclado en la producción masiva y barata en China hasta que, de pronto, la manufactura en origen vuelve a ser importante. Vale la pena leer esta nota del New York Times sobre el regreso del "Made in USA":

The movement has come far enough that Mr. Schiff, a former advertising executive from Miami, believed the time was right to start a Gilt-like shopping site for the Americana set, selling items like shuttle-loom jeans, lace baby dolls and a 19th-century-style baseball made of leather sourced from a Chicago tannery. “The old ‘Buy American’ is get something lousy and pay more,” said Mr. Schiff, 45. Now “it’s a premium product.”

Las personas buscan vincularse de otra manera con los objetos, persiguen la trascendencia, las historias detrás de las cosas. Importa el origen porque importa la experiencia y el sentido de pertenencia. Los atributos nobles asociados a la producción en origen se ven ahora reforzados por una dedicación extrema a la calidad. Este fenómeno representa una oportunidad también para comunidades más chicas, en la medida que puedan articular un mensaje identitario fuerte pero traducible globalmente:

The newfound pride also extends to American cities and smaller communities. Made in Brooklyn is a phenomenon so self-aware, there are stores like By Brooklyn that specialize in products made in the borough. Similarly, an old shoe-polish brand called Shinola has recently been revived to make upscale watches, bicycles and other crafted goods in Detroit and is being promoted as “Made in Detroit.”

Adiós a China (para algunos)

La posición china también se ve amenazada por la "nueva revolución industrial" anunciada por Chris Anderson (autor del concepto de Long Tail o Larga Cola, editor de WIRED y fundador de TED, entre muchos otros proyectos) en su último libro "Makers".

La automatización creciente le sirve a Anderson para justificar otra de las tesis de su libro, el retorno de parte de la industria manufacturera deslocalizada en China: "El mundo quiere cadenas de producción más cortas por la eficiencia, la flexibilidad, la reducción de riesgos políticos y la protección al medio ambiente. En EE.UU. la producción local está creciendo en la misma medida en que disminuye la importancia relativa de los costos laborales en la fabricación de los productos, teniendo en cuenta que hay mercados de hasta 10 mil unidades en los que no hacen falta grandes economías de escala" (Ieco. Clarín. 4/11/2012). 

Makers presenta un mundo que está a la vuelta de la esquina: Todos somos potenciales fabricantes gracias a los costos cada vez más accesibles de la tecnología (materializado en las impresoras 3D y en la proliferación de maker labs y otros espacios colaborativos). El auge del crowdfunding y la circulación cada vez más horizontal de las inversiones son pilares centrales en este nuevo ecosistema que está emergiendo.

La distribución también se aggiorna y agrega valor a partir del renovado interés por la experiencia. Etsy es tan solo un ejemplo de los nuevos canales que van surgiendo para ofrecer no solo productos sino también su contexto.

Mentime que me gusta

Este año la revista Fast Company publicó un artículo que puso el acento en una de las aristas más bizarras de la vuelta al origen: La falsa autencididad:

Freemans is a pioneer in a trend that we have seen happening for a while now, striving for a sort of refined, woolly, arts-and-craftsy, anachronistic Americana feeling. Think taxidermy, hand-cobbled brogues, and cocktails made with rye. The common denominator in this trend seems to be a yearning for the “authentic.” Interestingly, things don’t need to actually be authentic as long as they feel authentic. In fact, they can be completely fake. Take Hipstamatic or Instagram, apps that let you simulate the look and feel of different types of old film photographs right in your iPhone, transforming your life as seen through Twitter and Facebook into a French new wave cinema storyboard. People have the ability to edit and broadcast their lives, and a lot of them are choosing to do so through an idealized analog retro filter in which they candidly appear as if they weren’t aware of being watched. Perhaps a postmodernist would call this inauthentic authenticity.

A la larga es probable que la oferta tienda a "descremarse" ya que habrá siempre personas buscando un contacto directo con lo "real" (¡sea lo que sea lo real!).


martes, septiembre 18, 2012

El mundo en tus manos (1)


El cambio en la forma en la que consumimos es un fenómeno potencialmente disruptivo para nuestra sociedad y ya se están sintiendo los primeros síntomas. Aparece con cada vez más fuerza un consumidor consciente, informado y responsable, tanto a nivel ambiental como social. El auge del consumo colaborativo es una clara manifestación de la emergencia de este sujeto.

Como causa y consecuencia de esta tendencia, el valor del trabajo vuelve a ser reconocido. El sentido de las cosas es funcional pero también identitario. Valoramos la maestría que dan los años, el trabajo del artesano que no hay forma de apurar y las historias individuales escondidas en los objetos. El regreso del movimiento "Hágalo Usted Mismo" o DIY (por sus siglas en inglés) es otra reacción frente a estos cambios sociales. Metemos mano en las cosas para entenderlas, para saber de qué están hechas y qué secretos mecanismos las movilizan. Metemos mano para contar nuestras propias historias.

La foto que ilustra el post es del Techshop San Jose en Silicon Valley, parte de la red Techshop que se está desplegando con fuerza en todo Estados Unidos. La propuesta es simple y genial: Un galpón con todas las herramientas que cualquier inventor soñaría con tener, a disposición de cualquiera por una baja cuota mensual y con intensa agenda de capacitación para que todos se le animen a las máquinas. Como veíamos hace poco analizando la masificación de la impresión 3D, la revolución productiva (¡hay que exorcizar el concepto!) está a la vuelta de la esquina. Y, como lo demuestra el Santiago Maker Space, nuestra región no piensa quedarse atrás.

Los espacios de trabajo colaborativo (acá hemos hablado del HUB Madrid o el HUB São Paulo, por mencionar dos buenos ejemplos) surgen como conectores naturales de las mudanzas en el consumo y la producción mencionados antes, y podrían transformarse en pilares de la ciudad creativa. Hay infinitos formatos posibles en un sector que se destaca justamente por la innovación constante. General Assembly en la Ciudad de Nueva York es uno de los casos recientes más estudiados por su énfasis en los servicios que trascienden la pura provisión de espacio de trabajo. De hecho, tal como lo demuestra esta interesante reseña, General Assembly se distingue por apuntar a construir una sólida comunidad y, sobre todo, una oferta de capacitación veloz y disruptiva. Estos espacios plantean, además, la necesidad de modificar normativas para no limitar el espíritu innovador de los emprendedores que los lideran.

martes, mayo 01, 2012

El alma de las cosas


Una de las tendencias recientes más interesantes en el campo de las industrias creativas tiene que ver con la metamorfosis que están sufriendo los objetos que nos rodean. El creciente auge de la impresión 3D gracias, entre otras razones, al abaratamiento del hardware, ha ido consolidando una comunidad global de usuarios unidos en su afán de experimentación. En una nueva vuelta de tuerca iluminista de pronto podemos crear objetos de formas inimaginables hasta hace muy poco tiempo. 

Vale la pena leer "The shape of things to come" en el Economist. La tecnología nos lleva cada vez más cerca de la naturaleza, y en el medio tiene el potencial de disparar una nueva revolución industrial:

Additive manufacturing, then, is changing not only how things are made, but what is made. In particular, many of the objects on display had an organic look to them. That is no accident. In some cases, designers have deliberately copied nature. In others, they have started from first principles, drawn conclusions (usually aided by clever software), and found that nature got there first. And in some, the decisions have been aesthetic—presumably reflecting an evolved preference in the human psyche for objects that look natural. 




La historia, por supuesto, es dialéctica. A fines de los 60´s en Estados Unidos la revista Popular Mechanics y las tiendas Radioshack desataron la fiebre del "hágalo usted mismo" en miles de aficionados por la electrónica que luego se propagó por el mundo entero. Ahora, gracias a la explosión de Internet, la ética del DIY está de vuelta. La paradoja siempre estuvo ahí: La tecnología nos devuelve a las raíces, al meter mano, al desarmar los juguetes para ver de qué están hechos. 

"More than just digital quilting", también del Economist, echa luz sobre las bases de este nuevo fenómeno:

The maker movement is both a response to and an outgrowth of digital culture, made possible by the convergence of several trends. New tools and electronic components let people integrate the physical and digital worlds simply and cheaply. Online services and design software make it easy to develop and share digital blueprints. And many people who spend all day manipulating bits on computer screens are rediscovering the pleasure of making physical objects and interacting with other enthusiasts in person, rather than online. Currently the preserve of hobbyists, the maker movement’s impact may be felt much farther afield.

La ética hacker colaborativa está en la raíz del movimiento y es potenciado exponencialmente gracias a la red:

The ease with which designs for physical things can be shared digitally goes a long way towards explaining why the maker movement has already developed a strong culture—its third driver. “If you are not sharing your designs, you are doing it wrong,” says Bre Pettis, the chief executive of MakerBot. Physical space and tools are being shared, too, in the form of common workshops. Some 400 such “hacker spaces” already operate worldwide, according to Hackerspaces.org. Many are organised like artists’ collectives.

Aparece una gran oportunidad para los creativos del mundo entero, quienes ahora pueden compartir instantáneamente sus creaciones y alimentarse, a la vez, de lo que está pasando fuera de sus fronteras. Cmo sucede en cada eslabón de la economía creativa, tendrás más éxito aquellos capaces de abrevar en su propia identidad para "contar historias" únicas, personales.

El sueño de la impresión 3D también engendra monstruos. En "Object cancers" Geoff Manaugh enlaza dos fenómenos interesantes para pensar el futuro del futuro: E dilema de los derechos de autor en los objetos tridimensionales y la aparición de objetos deformados como inesperada respuesta al copyright:


Among many other things about this story, what caught my attention was the specific detail that you could scan any object you happen to have on hand; you could then upload that dataset to a kind of eBay of physibles; and, finally, someone on the other side of the earth—or sitting right next to you—could print out their own "pirate" version. As New Scientist writes, however, we might soon soon see a corporate response in the form of what could be called physible rights management—based on, even repeating, certain aspects of the misguided digital rights management (DRM) policies associated with MP3s.
(...)
In any case, what seems more provocative here, on the level of design, would be to appropriate this protective stance and reuse it in the design of future objects, but emphasizing the other end: to allow for the scanning of any object designed or manufactured, but to insert, in the form of watermarks, small glitches that would only become visible upon reprinting. We could call these object cancers: bulbous, oddly textured, and other dramatically misshapen errors that only appear in 3D-reprinted objects. Chairs with tumors, mutant silverware, misbegotten watches—as if the offspring of industrial reproducibility is a molten world of Dalí-like surrealism.

Me gusta pensar que habrá poesía en esta nueva y rebuscada versión de piratería gracias a la belleza mutante de lo imperfecto.

(Pic que ilustra el post).