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Al igual que muchos países de América Latina, Suecia afrontó el desafío de una enorme reestructuración, con privatizaciones de servicios como el ferrocarril o el correo, y promovió la inclusión de actores privados en sectores que le eran delegados exclusivamente al Estado, como la educación y la salud.
"Ahora, el Estado posibilita la libre elección de los ciudadanos en materias básicas de bienestar", explica Rojas, cuando antes los privados solo participaban en la industria o la empresa. "El ciudadano elige a quién se le destina esa plata de impuestos", acotó.
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Similar es el sistema aplicado a la educación, donde los ciudadanos no pagan un centavo extra por enviar a sus hijos a un establecimiento privado. Por el contrario, se introdujo "un cheque o voucher escolar con el que se puede elegir entre una escuela pública o privada. Estas últimas deben atenerse a los programas de estudio oficiales".
Rojas indica que América Latina puede aprender de los cambios de la política sueca, donde persiste "el profundo espíritu de solidaridad y justicia social, pero no como sustituto ni en contra de la libertad individual y la creatividad capitalista sino como su complemento".
Lo nuestro, mientras tanto, más que capitalismo es canibalismo. ¡Salud Matías, ya te iremos a visitar!