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miércoles, mayo 15, 2013

Dos libros sobre ciudades

Algaculture Symbiosis Suit

Vivimos en un mundo de ciudades y, como nunca antes, tenemos la oportunidad de modelar esta nueva etapa evolutiva de la humanidad en función del despliegue territorial de nuestra especie. Dos libros más o menos recientes se dedican a pensar la ciudad desde diferentes perspectivas (nuestra "hibridación" con la naturaleza y el juego en el espacio público) y aportan interesantes propuestas para nuestro futuro urbano.

Biophilic Cities: Integrating Nature into Urban Design and Planning, es un libro del Profesor Timothy Beatley de la Universidad de Virginia (EEUU) que explora la natural afinidad del ser humano con otras especies vivas y su relación con la naturaleza en el marco urbano. Detrás de la necesaria toma de conciencia sobre el impacto ambiental de nuestros actos parece esconderse un anhelo primitivo, ancestral, por vincularnos a la naturaleza. En el libro se desarrollan una serie de indicadores para medir esta relación (el porcentaje de la población que vive cerca de espacios verdes, porcentaje de la ciudad cubierto por vegetación, el número de "techos verdes" y otras características del diseño verde, el porcentaje promedio del día que la población pasa al aire libre, la cantidad de viajes hechos a pie, el porcentaje de la población que puede identificar a la flora y la fauna local, la prioridad dada por el gobierno local a la conservación de la naturaleza, etc). Esta nota de @FastCoExist , que cita al libro, menciona también un par de informes que extienden los beneficios de las "ciudades biofílicas" al campo de la salud y al económico.

La foto que ilustra el post forma parte del proyecto Algacuture, relacionado con la biofilia desde un campo mucho más experimental. ¿Cómo vamos a alimentarnos en el futuro? El proyecto postula una alternativa extraña pero posible: Nuevos órganos artificiales que nos permitan alimentarnos de algas que crezcan sobre nuestros cuerpos gracias a la luz solar.

En The Ludic City: Exploring the Potential of Public Spaces, Quentin Stevens se pregunta sobre el rol del espacio público en las ciudades y concluye que una de sus funciones más importantes es la de permitir el despliegue de la interacción social no instrumental o el juego. Jugar en y con la ciudad es un derecho poco aprovechado por los ciudadanos. Es también un tópico bastante recurrente en este blog (vale la pena volver a leer sobre el Conflux Festival o los muchos más recientes consejos para hackear la ciudad). Quizás sea hora de apostar a la "Ciudad Lúdica" como respuesta categórica a la "Ciudad Insegura".



miércoles, junio 10, 2009

Ai, qui ho diria...!



El viernes fui a ver Home a la plaza de flor (el evento estuvo organizado por Green Tara y tuvo el auspicio del CMD). Se supone que la peli tiene un mensaje esperanzador pero lamentablemente no pude quedarme hasta el final, por lo que me retiré con un sabor muy amargo en la boca.




Por estos días mi padre recordó la canción "Plany al mar" de Joan Manuel Serrat (por motivos diferentes a los de este post) y no pude más que asociarlos.

sábado, junio 09, 2007

A talar que chocan los planetas



El Economist tiene la saludable costumbre de obligarnos a pensar "fuera de la caja":



Global warming

A new tree line

Apr 12th 2007
From The Economist print edition

A climate model suggests that chopping down the Earth's trees would help fight global warming

TREES are good. Good enough to hug. Trees have a nifty biochemical strategy called photosynthesis that enables them to take carbon dioxide in through their leaves, and swap that nasty gas for oxygen, a nice one. They use the carbon thus sequestered to make molecules like cellulose, and thus more tree.

That is why some rich people who love to burn things containing carbon, such as petrol and aircraft fuel, have recently started paying others to plant trees on their behalf. Burning adds oxygen to carbon, making carbon dioxide. And carbon dioxide makes the world warmer. A warmer world will mean higher sea levels. So if people burn things without offsetting the carbon dioxide thus produced, their holidays in the Maldive islands will disappear, along with the islands themselves.

This chattering-class environmental picture is not necessarily wrong, but it does include many assumptions. One of them, that planting trees will make the world cooler than it would otherwise be, is the subject of a newly published study by Govindasamy Bala, of the Lawrence Livermore National Laboratory, in California, and his colleagues. Dr Bala has found, rather counter-intuitively, that removing all of the world's trees might actually cool the planet down. Conversely, adding trees everywhere might warm it up.

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