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miércoles, diciembre 31, 2008

Fuga a la medianoche

La Revista C publicó una algo despareja nota navideña poniendo el foco en quienes detestan las fiestas. Hay un montón de ejemplos más/menos interesantes, como el caso de Guadalupe:


"Hay que tener aguante para estar acá a fin de año –dice Guadalupe Novelli, 29 años, porteña–. Y yo no tengo aguante". Frente a la obligación de "comprarse todo" y ser feliz, Guadalupe siempre elige irse. No lo hace en Navidad porque su madre, católica, tomaría esa partida como un portazo en la cara de Dios. Pero sí lo hace para Año Nuevo. La primera vez que huyó fue a los 25 años. Se fue a una playa de Uruguay 04 junto a una compañera de departamento. El 31 de diciembre compraron comida en un supermercado. Cenaron en la playa. Luego fueron a una fiesta. Desde entonces, Guadalupe sabe que su lugar en las fiestas es afuera. Ya las pasó en Córdoba, en el Norte argentino, en Perú. Pero la apoteosis de la fuga se dio el último Año Nuevo: lo pasó en un avión rumbo a Madrid. A media noche las azafatas le dieron doce uvas, tocaron campanas, le ofrecieron cava. Guadalupe brindó con desconocidos: no recuerda mejor forma de brindar. "¿Por qué huyo? –se pregunta y se contesta–: porque no soporto la obligación de tener que ir a la mejor fiesta y de demostrarle a todo el mundo que sos insoportablemente feliz. ¿Y si no consigo fiesta? ¿Y si no soy insoportablemente feliz? ¿Y si termino, una vez más, dando vueltas con el auto sin saber a dónde ir, sin saber dónde está la joda? ¿Y si me da sueño y me quiero ir a dormir? En cambio, cuando estás de viaje, el solo hecho de estar de viaje es la situación extraordinaria. Con sólo comer en un lugar lindo y decir 'mirá qué bueno, estoy pasando fin de año en el medio de la Puna con personas que no me obligan a ser feliz', alcanza".


El que suscribe, por supuesto, huyó de su ciudad para festejarlo con otro cielo sobre su cabeza, aunque esta vez la fuga incluyó a sus amigos. ¡Feliz año para todos!