Tomás Kroyer escribe un excelente artículo en Debate sobre el tormentoso camino de Turquía para ingresar a la Unión Europea. Vale la pena leer, además,
la nota del IHT sobre la campaña de MTV en Turquía para entender algunas de las contradicciones señaladas más abajo.
El (im)posible ingreso de Turquía a la Unión Europea (Por Tomás Kroyer*)
Nota publicada en la Revista Debate el 30 de noviembre de 2006
La Unión Europea (UE) se encuentra embarcada en la que sin duda se presenta como su ampliación más difícil. Las negociaciones para lograr el ingreso de Turquía a la Unión deberán superar una gran cantidad de obstáculos, siendo posiblemente el más importante los recelos y resistencias que este proceso despierta en muchos países europeos.
En este artículo me referiré a los desafíos así como a las ventajas de esta ampliación. Considero que estas últimas son superiores a las eventuales dificultades, y creo que se deben hacer todos los esfuerzos para que el proceso concluya de forma exitosa.
Estado actualDesde el punto de vista formal, Turquía es un país candidato a la adhesión, junto con Croacia y la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Esta categoría le fue concedida en diciembre de 1999 por el Consejo Europeo de Helsinki, basándose en un dictamen de la Comisión Europea, que consideró que Turquía cumplía de forma suficiente con los Criterios de Copenhague. Posteriormente, en 2004, el Consejo Europeo decidió que las negociaciones de adhesión se abrieran en Octubre de 2005.
La categoría de país candidato no otorga el derecho de adhesión, y la UE ha subrayado en muchas oportunidades el carácter abierto de las negociaciones, lo que significa que éstas pueden conducir a la adhesión, pero que este resultado no está asegurado.
Resistencias y difícil coyunturaTurquía es un país grande, pobre y musulmán, y la posibilidad que se convierta en miembro de la UE genera inquietud entre muchos europeos. Esta es, a día de hoy, una realidad innegable.
No son tanto los problemas prácticos de integrar un país de unos 70 millones de habitantes, con una renta por cápita muy baja en relación con la europea y un amplio sector agrícola, lo que genera el malestar. Es más un tema de miedos, prejuicios y desconfianza. La reticencia europea a avanzar de forma constructiva es a menudo evidente, y alimenta el recelo y el escepticismo del lado turco.
Las élites y líderes políticos en Europa, que históricamente han impulsado y apoyado el ingreso de Turquía, ya no forman un frente común en favor de esta causa. Líderes tan importantes como la canciller alemana Angela Merkel o el ministro del interior francés y futuro candidato a la presidencia Nicolas Sarkozy, han expresado públicamente su rechazo al ingreso de Turquía, favoreciendo en su lugaruna ‘asociación privilegiada’ qe no ha sido nunca bien explicada. Importantes partidos políticos como la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera han manifestadotambién su rechazo. La promesa francesa de someter el ingreso de Turquía a un referéndum así como las reiteradas referencias a salvaguardias, períodos de transición, a la ‘capacidad de absorción’ de la UE y al carácter abierto de las negociaciones, no generan un clima favorable para las negociaciones.
En cuanto a la opinión pública, una reciente encuesta del Eurobarómetro publicada en julio de 2006 muestra que, incluso en el caso que Turquía cumpla con todas las condiciones impuestas por la UE, un 48% de los encuestados se seguiría oponiendo a su ingreso, y un 39% estaría a favor. En países como Austria (81%), Alemania (69%) y Luxemburgo (69%) la oposición es muy amplia.
Este rechazo se ve agravado por una coyuntura desfavorable. La UE se encuentra en un período delicado. El ingreso en 2004 de 10 nuevos miembros ha supuesto un gran cambio, y tanto la sociedad como las instituciones de la Unión necesitarán tiempo para adaptarse a 25, y pronto 27, Estados miembros. Existe cierta sensación de fatiga y descontento entre los ciudadanos, quienes ya no parecen muy entusiasmados con el proyecto de construcción europea. Esto explica, en parte, el rechazo en Francia y Holanda al proyecto de Constitución Europea, que ha dejado ala UE en una situación de incertidumbre sobre su futuro.
Es cierto que existen razones de genuina preocupación sobre Turquía: la situación de los derechos humanos, el trato a las minorías, la libertad de expresión y de credo, la negación del genocidio del pueblo armenio, la situación de la mujer o el papel del ejército. A lo largo de las negociaciones Turquía deberá avanzar en todos estos aspectos, que deberán estar resueltos al momento de la adhesión (se habla de entre 10 y 15 años antes del ingreso efectivo).
El problema más urgente es, sin embargo, el no reconocimiento de Chipre como Estado soberano, que se manifiesta en la negativa turca a abrir sus puertos y aeropuertos a los barcos y aviones chipriotas, a pesar del protocolo firmado a ese mismo fin en julio de 2005. Aún no está claro qué ocurrirá finalmente, pero son varios los Estados de la UE en favor de suspender las negociaciones si Turquía no cambia su postura.
Turquía como oportunidad, no como amenazaCreo que se debe observar la posible adhesión de Turquía a la UE como una oportunidad, no como una amenaza. Las ventajas de un exitoso ingreso de Turquía a la UE son inmensas, con repercusiones que irían más allá de Europa.
La adhesión de Turquía fortalecería a la UE como actor internacional. El desarrollo de la Política Exterior y de Seguridad Común se vería reforzado, sobre todo en su componente de defensa, con el ingreso del país que cuenta con el segundo mayor ejército en la OTAN. La ubicación estratégica de Turquía (cercanía con los Balcanes, Medio Oriente, Cáucaso y Asia Central) representaría asimismo un importante activo para la UE a fin de aumentar su influencia en estas regiones.
En el mundo pos-11 de Septiembre, el ingreso de Turquía sería un claro mensaje que el entendimiento entre occidente y el mundo musulmán es posible, y sería la demostración que un Islam moderado es compatible con un Estado secular y una sociedad democrática y moderna. Esto no sólo tendría un efecto simbólico muy fuerte. Anclar sólidamente a la UE un país musulmán de la magnitud de Turquía facilitaría las relaciones de la UE con el mundo islámico en un momento donde el entendimiento es más importante que nunca.
El ingreso turco confirmaría también que la UE no es un club cerrado de países cristianos, sino una asociación de Estados inclusiva y abierta, unida por valores comunes de libertad, democracia y respeto por los derechos humanos.
El peso económico y el potencial de crecimiento de Turquía son también importantes. El ingreso en la UE aumentaría las inversiones en el país, incrementando a su vez el peso económico de la UE.
Por último, en un mundo donde el acceso a las fuentes de energía es cada vez más relevante, el ingreso de Turquía acrecentaría la seguridad del suministro energético de la UE.
Mirando hacia delante, ¿Pueden fracasar las negociaciones?Sí que es posible que las negociaciones fracasen, y se estanquen tal vez de forma definitiva. Las resistencias crecen en ambos lados. Muchos actores en la UE verían un fracaso con buenos ojos. Da la impresión que las advertencias, las críticas sobre aspectos sensibles y el intento de subir el listón de las exigencias no son inocentes.
Tienen como objetivo, y lo están consiguiendo, que en Turquía aumenten las presiones antieuropeas, disminuya el apoyo público hacia la UE, y que ser proeuropeo no sea un activo para los políticos. ¿Qué mejor, en visión de los europeos hostiles, que sean los mismos turcos quienes rechacen continuar con el proceso?
El fracaso del proceso de adhesión, además de dañar la credibilidad europea, tendría consecuencias impredecibles en Turquía. Una grave crisis de gobierno y un país políticamente inestable a las puertas de la UE no pueden descartarse.
La importancia estratégica y simbólica del ingreso de Turquía es indudable. En este momento, al inicio mismo de las negociaciones, la UE haría bien en mostrar de forma enérgica su compromiso con el ingreso de Turquía una vez que este país cumpla con las condiciones que se le exigen a todos los candidatos. Es de esperar, por lo tanto, que en ambos lados prevalezcan la voluntad política y la sensatez por encima del miedo, la ignorancia y los prejuicios.
* Licenciado en Estudios Internacionales / Master en Estudios Europeos
Consultor – Cambre Associates (
www.cambre-associates.com), Bruselas
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