viernes, marzo 27, 2009

El Obruni


Otra bonita crónica de Daniel Alarcón sobre este mundo extraño y lleno de colores en el que vivimos:

De vez en cuando me encuentro con un ghanés en Estados Unidos y siempre termino soltándole una u otra palabra de las cinco de twi que me acuerdo. “Amigo”, por ejemplo, o quizá “gracias”, y el ghanés emigrante se ríe de mi acento, me abraza y me pregunta si me gustó su país. “Por supuesto, madamfo”, le respondo; “Madasepa”, él contesta, y así acaba nuestra conversación en su idioma natal. Luego pasamos al inglés y, si está con ganas, compartimos recuerdos de Accra, de Legon, del Lago Volta, o incluso de los pueblos esparcidos por el norte árido, y durante esta etapa de la conversa entiendo que me corresponde guardar silencio, dejar que el extranjero hable de su tierra sin ser interrumpido.

“Gracias, amigo”, me dice en twi cuando nos despedimos, aunque en realidad soy yo el que le debo las gracias. Siempre disfruto de estos nacionalismos a la distancia. Sea el país que mencionen, me recuerda mi niñez y las conversaciones de mis padres y sus amigos sobre el Perú.

(...)

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