Ahora que Brasil es una superpotencia que se da el lujo de reinventar la integración latinoamericana en nuevas siglas, el Mercosur duerme el sueño de los justos y su nombre remite cada vez más a la mitología sudamericana. Sus noticias llegan envueltos en la bruma de la indiferencia y cuesta creer que todavía se sigan juntando para discutir sobre la nada.
Por suerte a veces se descuelgan con medidas realmente importantes. Aparentemente se pondrá en marcha un mecanismo de circulación de estudiantes entre universidades de los diferentes países con el apoyo de la Unión Europea y tratando de emular el programa Erasmus.
Siempre pensé que el Mercosur comercial era golem si en paralelo no se impulsaba la integración de las personas. Ojalá tengamos miles de jóvenes brasileños estudiando en nuestras universidades y otro tanto de estudiantes argentinos mamando la cultura del Brasil.
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