Bien ahí. A los argentinos nos gusta ver el país repleto de turistas. Puede que haya algo narcisimo y complejo de inferioridad en todo esto, atada al orgullo enfermizo y berreta que nos embriaga cada vez que alguien alaba la noche palermitana o nuestra arquitectura europea. Sea como sea, ojalá el Estado siga alimentando el entusiasmo a través de medidas que faciliten la llegada de más visitantes extranjeros (destrabando, por ejemplo, el tráfico áereo y el de cruceros).
Los argentinos, orgullosos ante el arribo de extranjeros
La incesante llegada de extranjeros al país es para los argentinos un motivo de orgullo y una oportunidad para colaborar con una actividad que consideran fundamental para la economía.
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