Siento una profunda admiración por aquellas personas que logran vivir y hasta amasar fortunas a partir de los fugaces conceptos que nutren a la ciencia del marketing. Quizás por vocación frustrada, me siento irremediablemente atraído hacia esos personajes que, a fuerza de estar siempre oteando el horizonte, terminan gritando "¡Tierra!" antes que el resto y después nos venden la posta prolijamente empaquetada.
No se dónde saqué a Clive Thompson pero su Collision Detection es ampliamente recomendable. Rescato, de entre las muchas entradas interesantes (ver, por ejemplo, como los jugadores de video juegos realmente disfrutan muriendo de un tiro) un artículo reciente que pone en duda la teoría de los "influentials" (personas carismáticos y bien conectados que pueden iniciar o acelerar una tendencia).
No se dónde saqué a Clive Thompson pero su Collision Detection es ampliamente recomendable. Rescato, de entre las muchas entradas interesantes (ver, por ejemplo, como los jugadores de video juegos realmente disfrutan muriendo de un tiro) un artículo reciente que pone en duda la teoría de los "influentials" (personas carismáticos y bien conectados que pueden iniciar o acelerar una tendencia).
The entire concept of "viral" marketing is based on the idea that if you get a cool product or idea into the right people's hands, those elite folk will tip the product into a nationwide trend. It's an intuitive picture of the world, because it matches our deep, unstated assumption that the grown-up world is basically like high school. Everyone wants to copy the cool kids.But is this really how trends work?
Duncan Watts doesn't think so. He's a network scientist at Columbia University -- currently on leave at Yahoo -- and he's been doing a bunch of fascinating experiments that appear to debunk the idea of "influentials".
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