La internacionalización de la cultura es un gran negocio que nadie quiere perderse. El fenómeno reconoce al menos tres manifestaciones:
- Marca-país: la tracción que ejerce sobre todos los sectores productivos una sólida cultura nacional proyectada al mundo (Brasil recorrió el mundo con su muestra sobre los 500 años y luego aprovechó el último Mundial de Fútbol para vender su cultura a los alemanes. España, por su parte, encara una promoción cultural internacional regular a través de la SEACEX).
- Empresas de base cultural: cada vez más importantes en términos de impacto económico y valor agregado.
- Espacios globalizados: la disputa por establecerse como "proveedor todo terreno" de una "experiencia cultural" determinada (España, por ejemplo, pretende adueñarse de la enseñanza del idioma español en el mundo a partir de su fortalecido Instituto Cervantes).
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