miércoles, abril 01, 2009

El olvido está lleno de memoria



Inventándole horas a la noche partí en bicicleta a ver un par de pelis del BAFICI. Waltz with Bashir fue una trompada linda al medio del estómago y me fui masticando lágrimas hasta el Abasto para ver Elevator, acumulando extrañeza en este martes sin fin. Salí del cine y habían muerto tres personas: Inés, gran amiga de mis padres, Canavese, ex profesor de economía y Raúl Alfonsín. Volví pedaleando recuerdos cruzados por Inés, Alfredo y Don Raúl (Demaría como centro del universo, mis torpezas en la facultad o el radicalismo iniciático de mi madre). Pensaba en el tiempo veloz de estos días que se estiran hasta lo imposible y en lo caprichoso de una memoria que se resiste a cualquier clasificación.

Hace días que sueño. Hace años que no me pasaba.

El título está afanado de un libro de Benedetti, caballero y poeta de mi adolescencia inocente y lejana de joven Werther y sus cuitas.

Ese gran simulacro

Cada vez que nos dan clases de amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huerfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros

en mi región hay calvarios de ausencia
muñones de porvenir/arrabales de duelo
pero también candores de mosqueta
pienos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde sus huertos
nostalgias inmoviles en un pozo de otoño
sentimientos insoportablemente actuales
que se niegan a morir allá en lo oscuro

el olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda

en el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas
esos romeros que peregrinaran por el olvido
como si fuese el camino de santiago

el día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite/
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrará los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por el mundo
y esa verdad será que no hay olvido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí a Proust entendiéndolo solo de manera protocolar, hasta que hace poco, inesperadamente, un ruido me evocó de forma muy nítida a una situación anterior. Es prodigioso cuando saltan los resortes del inconsciente y la memoria se entremezcla con el protagonismo del presente.

Farolera dijo...

Muy lindo post!

Enrique Avogadro dijo...

gracias! ¿y usted cuándo vuelve a postear?