Fragmento de una entrevista a Jarvis Cocker, solista y ex cantante de Pulp, en el Sí! de Clarín:
Con infinita menos noche que este hombre sobre el lomo, recuerdo mi entusiasmo inicial por estos eventos que parecían importados de Marte. Estaba recién vuelto de mi año asiático, buscando laburo y haciendo una revista "para jóvenes" de la que sólo parimos dos números... en dos años. Compartíamos con Mariano la dirección editorial del proyecto y también una visión optimista del fenómeno. Recuerdo nuestras charlas de noche o madrugada en plena fiesta, imaginando esa energía que fluía tan claramente de los cuerpos danzantes como presupuesto para la acción política. Trocar la fuga lúdica de una generación por una nueva construcción de ciudadanía más inclusiva y genuina parecía entonces una utopía realizable. And we danced away...
Dice que siempre fue algo ingenuo, y no fue la primera vez que sus sueños no se concretaron. "Siempre creo en esos falsos amaneceres. Me pasó lo mismo la primera vez que fui a una rave. Me pareció fantástico que toda esa gente bailara toda la noche y que tuviera tan buena onda, que las cosas no pasaran por emborracharse, levantar chicas o pelearse. Pensé que eso tenía que tener un efecto en la sociedad. Cuando toda esa gente vuelve a su casa después de haber participado de algo tan inclusivo, ¿cómo puede no haber un efecto en la vida cotidiana? Y sin embargo no lo hubo." Sonríe. "Esa fue la última manifestación juvenil espontánea. Desde entonces no hubo nada que no estuviera orquestado desde el Estado."
Con infinita menos noche que este hombre sobre el lomo, recuerdo mi entusiasmo inicial por estos eventos que parecían importados de Marte. Estaba recién vuelto de mi año asiático, buscando laburo y haciendo una revista "para jóvenes" de la que sólo parimos dos números... en dos años. Compartíamos con Mariano la dirección editorial del proyecto y también una visión optimista del fenómeno. Recuerdo nuestras charlas de noche o madrugada en plena fiesta, imaginando esa energía que fluía tan claramente de los cuerpos danzantes como presupuesto para la acción política. Trocar la fuga lúdica de una generación por una nueva construcción de ciudadanía más inclusiva y genuina parecía entonces una utopía realizable. And we danced away...
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