jueves, julio 30, 2009

Una payasada


Este señor estará actuando durante todos los sábados de agosto a la vuelta de casa:

Debe haber algo de desprotección en estar trabajando en la calle, a veces en lugares desconocidos...

–Sí, es grande la desprotección, pero los artistas callejeros nos manejamos dentro de eso. Vos tenés que convocar, hacer que venga la gente, y si la gente no viene y sigue de largo, es una tragedia. Que me ha pasado, como a todo artista callejero, sobre todo si no estás en un lugar seguro. En la plaza donde trabajás todos los domingos, ya sabés. Yo todavía trabajo en lugares desconocidos y espero hacerlo toda la vida. Casi no lo necesito ahora, lo hago para seguir manteniendo esto que me da la calle, esta impronta. Esto de ser una especie de comando. Cuando vas a trabajar a lugares como el festival de Tarrega, de donde salís a las 8 de la mañana, mal dormido, de un camping, con otros doscientos artistas en una ciudad que se ensucia enseguida, y tenés que encontrar tu lugar, y transar con otros artistas y convocar a la gente, y no perder tu dignidad. Eso te da un entrenamiento fabuloso. Un artista callejero lo primero que aprende es que el fracaso puede ser un triunfo, que no te puede lastimar. Yo he hecho funciones horribles que a los diez minutos eran la mejor de mi vida. La calle tiene esas cosas, es imponderable porque no la hacés completamente vos: la termina de hacer el público. Pero cuando te repetís, no le ponés ese plus, es cuando la cosa se empieza a poner mediocre.

(...)

Yo una vez hice un cálculo de lo que sucede. Yo en una época tenía un contador y cuando comenzaba la función se lo daba a una persona del público y le decía: cada vez que te reís, marcame el contador. Yo después le pedía 1 centavo por risa, era una historia que tenía ahí, pero la cuestión es: la gente se reía 100 veces, 100 carcajadas por 400 personas son 40.000 risas. Que rebotan en redondo de 15 metros de diámetro. Eso es muy fuerte, tanto que hablan del reiki y eso, estar en un círculo con tantas risas que rebotan, eso le hace bien a cualquiera. Un artista callejero que hace reír a la gente y la descomprime, es un chamán.

No hay comentarios.: