No siendo diseñador, me adentro siempre con cierta aprensión en los vericuetos de la disciplina. Estos últimos dos años de estar vinculado al Centro Metropolitano de Diseño (CMD) me han dado la posibilidad de analizar al diseño con el desparpajo del lego. Confieso que me llama la atención la baja institucionalización del sector en Argentina, casi inversamente proporcional a su creatividad.
Los colegas del ahora Centro de Diseño Industrial del INTI emiten todos los meses un boletín muy útil para reflexionar sobre el diseño y su circunstancia. En Septiembre de este año plantearon un interesante debate sobre la posibilidad de implementar una matrícula en diseño:
Existen diversas disciplinas –como la arquitectura, la ingeniería, entre otras- en las cuales los profesionales requieren estar matriculados para poder ejercer la actividad. Hoy en día la matriculación del diseño es un debate latente, y en algunos casos ya es un hecho. Veamos cuál es el panorama en nuestro país…
Si bien tiendo a pensar que las profesiones que exigen título habilitante son cotos de caza cerrados que limitan la libre competencia, existen razones de peso para sostener lo contrario. Vale la pena leer el artículo y sacar las propias conclusiones. A mi me sirvió para reforzar mi posición: la creatividad no necesita un "carnet de conducir".
La nota sobrevuela otro debate que parece mucho más urgente: ¿Por qué no existen asociaciones o cámaras de diseñadores exitosas en Argentina? Teniendo en cuenta que ha habido varios intentos para agrupar al diseño, valdría la pena revisar primero esa historia de fracasos para construir desde ahí una nueva institucionalidad superadora. Me gustaría que el CMD pudiera contribuir a pavimentar ese camino pero el desafío corresponde, sobre todo, al sector privado. En mi último viaje a Chile tuve la oportunidad de conversar largamente con el Presidente del QVID. Es un modelo que conviene estudiar en detalle para ver si podemos implementarlos -con las adaptaciones del caso- de este lado de la cordillera.