El mes pasado Amazon sacudió a la industria editorial anunciando que por primera vez se habían vendido más libros electrónicos que de tapa dura (aunque hay quienes cuestionan estas cifras). La industria está en la etapa paranoica en la que cada movimiento digital hace que varios se suban a la silla para ajustarse la soga al cuello y otros -los menos- se le animen a estos nuevos desafíos.
Por el Financial Times llegué a un debate interesante: ¿Las bibliotecas que adquieren libros electrónicos pueden prestarlos sin limitaciones?
But the concept of freely available electronic books has raised hackles in parts of the book industry. Some retailers argue unlimited access could undermine e-book sales. Looming over the debate is the shadow of local authority budget cuts, which at worst will push some libraries towards closure.
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Others question why the state should fund the purchase of e-books, when the readers libraries target most (such as low-income groups and communities with low literacy rates) are unlikely to own an e-reader.
Yet, libraries adopting the e-book model say they have taken this into account. “That’s why we go for formats that people can download on to their phone or their computer. Because most people have got a phone and access to a computer, whether at home or at school,” says Sue Wills, a librarian at Kensington and Chelsea, which recently began to offer e-books by means of Overdrive (see box below) and by Bloomsbury’s Public Library Online.
Ms Wills adds that by providing online e-books, libraries can bring literature to a new digital generation and to the housebound.
Mientras tanto, las librerías también se miran al espejo digital. Para un análisis super lúcido sobre su futuro recomiendo leer los posts "Las librerías lo pueden (casi) todo" de Roberto Igarza (I, II, III). El tema es también central para nuestra agenda y será ampliamente revisado en la Conferencia Editorial y en la Noche de Librerías de este año (que sumará a San Telmo y Palermo al circuito, entre otras novedades).
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