domingo, septiembre 06, 2009

Un delicado equilibrio


Estuve googleando a George Yúdice, destacado académico en materia de gestión y política cultural que participará en el encuentro sobre economía, industrias y ciudades creativas que estamos organizando para fin de año junto al Observatario Cultural de la UBA (¡Yúdice pasó por Córdoba hace poco pero no pude ir!).

En esta entrevista aparecen algunos conceptos que vale la pena masticar con calma:

En el Perú aún resulta difícil imaginar que el Estado implemente ese tipo políticas ¿Qué estrategias han tenido agrupaciones culturales como Afro-Reggae de Brasil para no depender del financiamiento público?

Una parte importante de los ingresos de Afro-Reggae, aparte de las donaciones, viene de los discos y conciertos, patrocinados por las cervezas o bancos. Ellos han logrado aprovechar todas sus fuentes de ingresos y gestionarlas coordinadamente. Afro-Reggae es tanto una empresa privada como una ONG. La primera le pasa 30% de la ganancia a la segunda, que también administra el dinero proveniente del Estado, las fundaciones y cooperación internacional. Dentro de este bosque de posibilidades de financiamiento ellos han desarrollado una manera de aprovecharlas todas.

¿Qué piensas del incentivo al financiamiento privado de la cultura a través de marcos jurídicos como las leyes de mecenazgo?

El problema del financiamiento privado es que no necesariamente se administra en función del bienestar de la ciudadanía. Si una gran empresa quiere invertir en un museo, en Estado Unidos se le hacen descuentos fiscales. En consecuencia, el dinero invertido nunca es sólo del negociante. Ello justifica la formulación de mecanismos que aseguren su uso adecuándolo al bien común. Muchas veces los aportes privados no llegan a todos lo sectores de una manera equitativa.

(...)

Las políticas culturales contemporáneas están ampliando el concepto de diversidad

La mejor manera de garantizar que todos tengan igualdad de oportunidades pasa por establecer políticas de reconocimiento para no dejar de lado a ciertos grupos étnicos; pero no es suficiente. La diversidad no es sólo sinónimo de identidad. La diversidad también se manifiesta a escala empresarial, institucional y geográfica. En la primera, el eslabón más débil del sector son las mypes o, como las denomina Ernesto Piedras, asociaciones económicamente activas. La idea es que haya políticas para promoverlas. Al hacerlo la gente que viene de identidades subalternas se beneficiaría.

¿Cómo se protegen y promueven las otras manifestaciones de la diversidad?

En todo país existen instituciones que producen o financian cultura: ONG`s, empresas privadas, asociaciones comunitarias, agencias de cooperación internacional. A los políticos les incumbe mapear esta diversidad de instituciones y desarrollar un sistema lógico y equitativo para su desarrollo. También hay que preocuparse por la diversidad de escalas de asentamiento. Especialmente en América Latina, todo se concentra en las capitales. Hay que procurar cambiar esta situación fomentando la descentralización de la oferta y consumo cultural.


La verdad es que todavía no tuve tiempo de leer a fondo a este señor pero me parece ver una apuesta por la diversidad bien entendida, con un financiamiento privado guiado por el Estado hacia una variedad de proyectos alimentados por una red lo más amplia posible. Me gusta, si no lo sigo leyendo mal, que reconozca la capacidad del mercado -en sus pymes- para enriquecer la oferta cultural y creativa pero de la mano de un programa que las soporte. ¡Parece que tendremos un debate interesante a fin de año!

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