viernes, noviembre 09, 2007

Lo que se cifra en el nombre

Como vimos hace tiempo, Chile tiene algunos problemas con su estrategia marca país, un programa que está bien fondeado pero que no entusiasma a nadie (a pesar de su eslogan "Chile sorpende, siempre").

Ahora, el nombramiento de Juan G. Valdés, un ex Canciller chileno y hasta ahora Embajador de Chile en la ONU, al frente del proyecto generó algo de ruido del otro lado de la Cordillera ya que Prochile siente que pierde poder.

Lo interesante, de todos modos, es el peso específico que tienen estos personajes en la cultura burocrática de nuestros vecinos. Hay una serie de personalidades descollantes, entre los que se encuentra Valdés, que se van resiclando en diferentes cargos y que tienen la capacidad de empujar o rescatar proyectos en función de su experiencia y de su nombre. Y más interesante aún es el hecho de que estos señores o señoras trabajan para diferentes gobiernos, progresando a través de las sucesivas administraciones (es probable que esto se deba a la continuidad de la Concertación).

Ojalá Argentina "construyera" y cuidara estas figuras técnicamente capaces en un marco de consenso que les permitiese llevar adelante geniunas políticas de Estado.

2 comentarios:

Ulschmidt dijo...

Vaya uno a saber si "marca país" es de fondo una buena idea. Uno vende vinos o salmones o algo muy concreto y no un "país". O en todo caso hay que ser grande y del primer mundo para contagiar a todo producto nacional todo con un sello prestigioso: made in Japan, made in Germany. Si, pero no es para todos.
Leyendo artículos de Chile sobre el particular se quejan de que la Argentina tiene ventajas: el tango, la carne, el fútbol, algunos íconos: Maradona, Evita, el Che. Eso nos ayuda a vender de entrada, dicen allá. Entonces "marca país" depende mucho de cómo esta instalada la imagen en el imaginario mundial... y alterar eso cuesta muchísimo.

Enrique Avogadro dijo...

Muy buena reflexión. De todos modos, hay casos interesantes para tener en cuenta. Barcelona es ejemplo quizás único de posicionamiento internacional muy bien digitado, sostenido, claro está, por el impresionante desarrollo que ha experimentado la ciudad estos últimos años. En el Economist aparecen cada dos por tres avisos de países que se promueven como hubs de negocios para el resto del mundo y algunas campañas son francamente inteligentes, como la que encararon los polacos para cambiar su imagen de proveedores de plomeros baratos para el resto de Europa.