Aprovecho los viajes para ponerme al día con la pila de revistas que descansa al costado de mi cama. En el avión de regreso de Berlín leí de un tirón un número viejo y fascinante de Monocle centrado en su ranking de ciudades vivibles. Hay cada vez más índices para medir la performance de las ciudades y muchos tienden a parecerse en sus variables de medición. Si bien el de Monocle no es la excepción la revista agrega una pizca de refrescante irreverencia y además se atreve a dar sugerencias de mejora para cada una de sus metrópolis elegidas.
Llama la atención que las ciudades de América Latina no aparezcan en la lista. El siguiente comentario de los editores arroja luz sobre el tema y permite reflexionar sobre qué constituye realmente a una ciudad creativa:
Sitting with my colleagues Andrew, Rob, Anders and Alex we discussed all that was right and wrong with Rio de Janeiro. The beach, as the city’s great democratic meeting place, seemed very right. So too did the new government‘s improvement projects along the water-front and its social and security programmes that were helping turn around many favelas, as well as the general rhythm of the place that makes it such an alluring metropolis. The wrongs were the gunships flying overhead, the desperate kids snatching and grabbing from unwitting tourists and all the fine architecture locked behind iron bars, razor wire and cow cameras. According to our metrics, Rio de ]aneiro would be a liveability failure because of its murder rate, its public transport system and its tired international airport. It took just one trip to the kiosk up the beach (accompanied by another tray of beers) to decide that we should add a special section to this year’s liveability survey that celebrates the cities that may not be the cleanest, safest or most perfectly planned but are still incredibly liveable — if you accept them on their own terms.
Con algunos ajustes de color, estos comentarios bien podrían caberle a Buenos Aires. Y si bien todas las ciudades de países emergentes pretenden mejorar en materia de calidad de vida no deja ser cierto que muchas poseen ese "no se qué" tan difícil de encapsular y medir. El desafío entonces tienen que ver con aprovechar esa idiosincrasia para proyectar una identidad única al resto del mundo, al tiempo que se invierte en el desarrollo de servicios que ya son moneda corriente en urbes más avanzadas.
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