Estuve tres días de esta semana en París como orador invitado a la "8th european conference on the challenges of design in Europe". ¡Tremendo arranque de año! Es un privilegio poder participar de este tipo de encuentros, sobre todo por el roce con colegas del mundo entero y la chance de aprender de sus buenas prácticas.
Hacía un frío peludo en París pero casi ni me enteré porque la conferencia transcurrió enterita en la Cité des Sciences et L´Industrie. Por esas extrañas cabriolas que da la vida estoy participando cada vez más de estas charlas y puedo afirmar que el encuentro parisino fue bien interesante. Hubo un buen mix de experiencias públicas y privadas, incluyendo la participación de diseñadores ya establecidos (Bruce Wood, Vincent Créance, Adriaan Debruyne y Jean-René Talopp) y emprendedores de variado pelaje (Extremis, Tsé Tsé y Võru ´82).
También pudimos escuchar a Deborah Dawton, CEO de la Design Business Association del Reino Unido, entidad a la que habría que mirar muy de cerca si pretendemos impulsar la creación de una asociación de diseño en Argentina. Me llamó particularmente la atención el curso "Re-Imagining Leadership" que desarrollaron hace poco (¡veremos si es replicable!). Entre otras conceptos, Deborah nos puso a los gestores del mundo del diseño en aprietos al afirmar que tenemos la obligación de ser al menos tan buenos y creativos como a la gente a la que supuestamente estamos asistiendo...
Fui el único participante no europeo del encuentro. Hubo muchas referencias a la crisis en el Viejo Continente, a India y a China y casi ninguna mención a América Latina (salvo por Brasil). El encuentro sirvió para generar nuevos contactos para nuestro Festival Internacional de Diseño y mi presentación fue -modestamente- muy bien recibida por el auditorio (ayudó mucho cerrar mi ponencia con un corto de 3 minutos sobre el pasado Festival que recién terminamos de editar).
Queda pendiente el pensar maneras de innovar con relación al formato de estas conferencias (algo sobre lo que escribimos hace tiempo). Creo que se podría haber aprovechado mucho más el contenido si hubiera habido una plataforma horizontal de participación que incluyera, entre otras herramientas, a las redes sociales (¡nadie estaba en Twitter!).
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