miércoles, febrero 16, 2011

A la deriva


Lamentablemente cada vez hay menos tiempo para la deriva sin rumbo. Tuve siempre a la trashumancia como a una fruta prohibida, pese a los escarceos de mochilero y a la época de vagar de noche con la bicicleta por los bordes de lo que hasta ese momento había sido mi ciudad. Recuerdo el impacto de la lectura del libro de Osvaldo Baigorria sobre la gente del camino; el silenciosos respeto por quienes buscan la libertad en el horizonte.

Pseudo asociaciones libres para introducir el proyecto Drift Deck, que descubrí en el increíble blog BLDGBLOG:

The Drift Deck, produced in 2008 by Julian Bleecker and Dawn Lozzi, is "an algorithmic puzzle game used to navigate city streets," offering "instructions that guide you as you drift about the city."

Each card contains an object or situation, followed by a simple action. For example, a situation might be—you see a fire hydrant, or you come across a pigeon lady. The action is meant to be performed when the object is seen, or when you come across the described situation. For example—take a photograph, or make the next right turn.

Hace más de dos años tropezaba con el concepto de "psicogeografía" de Guy Debord:

Entre los diversos procedimientos situacionistas, la deriva se presenta como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos. El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica, y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo, lo que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo.

Una o varias personas que se abandonan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a los motivos para desplazarse o actuar normales en las relaciones, trabajos y entretenimientos que les son propios, para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y los encuentros que a él corresponden. La parte aleatoria es menos determinante de lo que se cree: desde el punto de vista de la deriva, existe un relieve psicogeográfico de las ciudades, con corrientes constantes, puntos fijos y remolinos que hacen difícil el acceso o la salida a ciertas zonas.

Pero la deriva, en su carácter unitario, comprende ese dejarse llevar y su contradicción necesaria: el dominio de las variables psicogeográficas por el conocimiento y el cálculo de sus posibilidades. Bajo este último aspecto, los datos puestos en evidencia por la ecología, aun siendo a priori muy limitado el espacio social que esta ciencia se propone estudiar, no dejan de ser útiles para apoyar el pensamiento psicogeográfico.

Creo que seríamos mejores ciudadanos si nos dejáramos llevar de tanto en tanto por lo que la ciudad tuviera a bien ofrecernos, como navegantes en tierras incógnitas, los ojos bien abiertos y cierta nostalgia en la retina.

2 comentarios:

mati kalwill dijo...

Muy cierto Enrique! Salir a la calle sin un plan tipo "voy de A a B" es una aventura recomendable. Yo la practico regularmente, y he comprobado que trae alegrías inesperadas. Todo funciona distinto: en la deriva, el camino es el destino :)

Enrique Avogadro dijo...

Gracias por el comentario. ¡A pleno con la deriva! Durante años hice el mismo trayecto casa - trabajo - casa de san telmo al centro y cada tanto le buscaba la vuelta para perderme.