¡Nuestro pasto es ahora el más verde!
El mundo de las cosas está experimentando algunos cambios importantes y cuyo impacto en los sistemas de producción globales apenas empieza a vislumbrarse. El "fin de la historia" parecía anclado en la producción masiva y barata en China hasta que, de pronto, la manufactura en origen vuelve a ser importante. Vale la pena leer esta nota del New York Times sobre el regreso del "Made in USA":
The movement has come far enough that Mr. Schiff, a former advertising executive from Miami, believed the time was right to start a Gilt-like shopping site for the Americana set, selling items like shuttle-loom jeans, lace baby dolls and a 19th-century-style baseball made of leather sourced from a Chicago tannery. “The old ‘Buy American’ is get something lousy and pay more,” said Mr. Schiff, 45. Now “it’s a premium product.”
Las personas buscan vincularse de otra manera con los objetos, persiguen la trascendencia, las historias detrás de las cosas. Importa el origen porque importa la experiencia y el sentido de pertenencia. Los atributos nobles asociados a la producción en origen se ven ahora reforzados por una dedicación extrema a la calidad. Este fenómeno representa una oportunidad también para comunidades más chicas, en la medida que puedan articular un mensaje identitario fuerte pero traducible globalmente:
The newfound pride also extends to American cities and smaller communities. Made in Brooklyn is a phenomenon so self-aware, there are stores like By Brooklyn that specialize in products made in the borough. Similarly, an old shoe-polish brand called Shinola has recently been revived to make upscale watches, bicycles and other crafted goods in Detroit and is being promoted as “Made in Detroit.”
Adiós a China (para algunos)
La posición china también se ve amenazada por la "nueva revolución industrial" anunciada por Chris Anderson (autor del concepto de Long Tail o Larga Cola, editor de WIRED y fundador de TED, entre muchos otros proyectos) en su último libro "Makers".
La automatización creciente le sirve a Anderson para justificar otra de las tesis de su libro, el retorno de parte de la industria manufacturera deslocalizada en China: "El mundo quiere cadenas de producción más cortas por la eficiencia, la flexibilidad, la reducción de riesgos políticos y la protección al medio ambiente. En EE.UU. la producción local está creciendo en la misma medida en que disminuye la importancia relativa de los costos laborales en la fabricación de los productos, teniendo en cuenta que hay mercados de hasta 10 mil unidades en los que no hacen falta grandes economías de escala" (Ieco. Clarín. 4/11/2012).
Makers presenta un mundo que está a la vuelta de la esquina: Todos somos potenciales fabricantes gracias a los costos cada vez más accesibles de la tecnología (materializado en las impresoras 3D y en la proliferación de maker labs y otros espacios colaborativos). El auge del crowdfunding y la circulación cada vez más horizontal de las inversiones son pilares centrales en este nuevo ecosistema que está emergiendo.
La distribución también se aggiorna y agrega valor a partir del renovado interés por la experiencia. Etsy es tan solo un ejemplo de los nuevos canales que van surgiendo para ofrecer no solo productos sino también su contexto.
Mentime que me gusta
Este año la revista Fast Company publicó un artículo que puso el acento en una de las aristas más bizarras de la vuelta al origen: La falsa autencididad:
Freemans is a pioneer in a trend that we have seen happening for a while now, striving for a sort of refined, woolly, arts-and-craftsy, anachronistic Americana feeling. Think taxidermy, hand-cobbled brogues, and cocktails made with rye. The common denominator in this trend seems to be a yearning for the “authentic.” Interestingly, things don’t need to actually be authentic as long as they feel authentic. In fact, they can be completely fake. Take Hipstamatic or Instagram, apps that let you simulate the look and feel of different types of old film photographs right in your iPhone, transforming your life as seen through Twitter and Facebook into a French new wave cinema storyboard. People have the ability to edit and broadcast their lives, and a lot of them are choosing to do so through an idealized analog retro filter in which they candidly appear as if they weren’t aware of being watched. Perhaps a postmodernist would call this inauthentic authenticity.
A la larga es probable que la oferta tienda a "descremarse" ya que habrá siempre personas buscando un contacto directo con lo "real" (¡sea lo que sea lo real!).