Mercado de Villa de Leyva (Colombia) |
Vuelvo cada tanto a la gastronomía creativa sin saciar nunca el apetito por la novedad, por las sorpresas escondidas en los pliegues de estos tiempos tan cambiantes. Somos lo que comemos pero también cómo comemos. Comparto entonces algunas ideas recientes sobre estos temas tan sabrosos.
La ciudad paladeada
Los alimentos y la urbe se vinculan de las formas más variadas. A la sombra de la urgencia de supermercado está surgiendo (resurgiendo) el placer de comprar en un mercado (de hecho, en algunos lugares ya están al borde de saturarse). Buscamos emociones, la conexión con lo auténtico y estamos dispuestos a pagar más y a invertir más tiempo por el privilegio de un contacto personal con quien nos provee de vituallas.
Desde el asfalto tendemos a mitificar el campo y eso quizás nos termine llevando a un mayor encuentro entre la ciudad y extramuros. En Nueva York, por ejemplo, las granjas de las afueras colaboran con bancos de alimentos sociales:
Farmers are teaming up with New York state food banks to bring gleaned foods to those in need, making the most of grown nutrition and reducing food waste generated at the farm level. The Cornell Gleaning Project hopes to increase the amount of food donations by gleaning food left behind in fields or storage because of cosmetic blemishes or lack of market for a particular crop.
Gobble, based in Palo Alto, is a peer-to-peer marketplace for home-cooked meals from neighborhood chefs. Similar to the UK model that we mentioned last year, Gobble-vetted Bay Area Chefs create, post and price their meals for neighborhood eaters to browse. Chefs cook fresh ingredients based on every order, sometimes sourcing food from their own gardens. The marketplace offers chefs an opportunity to earn a supplemental income stream or a full time living. Each chef is responsible for complying with federal, state, county or local laws surrounding what kind of food can be served. Gobble takes an undisclosed percentage of each meal and a flat delivery rate.
Estar cerca, saber qué comemos, entender la historia. Al estómago lo gobiernan cada vez más las emociones. La gastronomía puede ser también un estímulo negativo muy interesante en términos emocionales, tal como lo demuestra el proyecto Smog Tasting en Bangalore (India), que busca generar conciencia sobre los daños al medioambiente ofreciendo postres hechos con el aire de la ciudad:
Their exhibit, called Smog Tasting, begins with egg whites--the delicious foamy, crunchy goodness that makes up meringues, soufflés and countless other dessert treats. The water-loving proteins in egg whites dry out as air is whipped in, and the proteins link up to make airy molecular cages. "Smog Tasting grew out of this idea of using food as a biosensor," Denfeld says. "If egg foams are a way of capturing air, could we capture air pollution as well? This could be a way of calling attention to the problem."
Tecnología para conectar
Un restaurante permite a los clientes comentar el menú en tiempo real, convirtiendo la experiencia gastronómica en ultrasocial. Otra aplicación nos hace a todos potenciales chefs, develando la alquimia escondida detrás de las mezclas en la cocina. Otra más permite compartir una dieta en las redes sociales para que todos opinen sobre la misma (sumando, de paso, incentivos para mantener la línea a través de la lógica de los videojuegos o gamification). Está claro que la tecnología puede aislarnos pero también conectarnos de formas insospechadas hasta hace muy poco tiempo.
The Eatery: Massive Health Experiment #01 from Massive Health on Vimeo.
Un lento despertar
Ante el auge del consumismo en las ciudades aparecen alternativas más saludables. Boxcar, por ejemplo, pretende llevar comida orgánica local al quiosco de la esquina. En la misma dirección puede leerse el éxito de WholeFoods en Estados Unidos, con una propuesta fuertemente basada en ofrecer experiencias únicas, auténticas y bien informadas. Y gracias a Farm to Baby hasta los bebes pueden optar por una papilla mejor para su salud. Hay cada vez más opciones a disposición pero probablemente haga falta mucha educación para mejorar nuestros hábitos. ¿Cuándo tendremos nuestro propio Jamie Oliver?
Farm to Baby |
1 comentario:
that city is a paradise for me, i want to go there and try!
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