Una de las charlas más interesantes de Ixel Moda 2011, congreso en el que estoy participando en la Ciudad de Cartagena como orador, la protagonizó Enrico Cietta departiendo sobre los mitos y verdades Fast Fashion. Si bien la conferencia estuvo centrada en la moda, no pude evitar pensar en el alcance de estos conceptos al resto de las industrias creativas y, en particular, al tan vapuleado sector de la música.
Consumimos cada vez más música en vivo porque el lugar, la experiencia única, crea valor. Siguiendo a Cietta podemos decir que nosotros "completamos" el producto generado por el artista cargándolo de sentido a partir de nuestra vivencia particular. Basta ver la misa (post) ricotera de hace poco o la pasión generada por la vuelta del Rock in Rio a la ciudad que lo vio nacer, a tope de público a pesar de las impecables transmisiones en directo y gratis por Internet.
La música en vivo es cada vez más relevante en la torta del negocio de esta industria tan cambiante. Lo confirman, por ejemplo, el estudio recientemente presentado por nuestros equipos del Observatorio de Industrias Creativas y de Opción Música referido al mercado de la industria de la música en la Ciudad de Buenos Aires (y en el mundo entero está pasando lo mismo, de acuerdo a esta nota linkeada por @ferisella sobre la situación en Australia).
De hecho, las movidas de negocios más interesantes en esta industria se están dando en temas vinculados al vivo. ReverbNation, por ejemplo, acaba de tragarse a GigMaven y Ticketmaster, la empresa más odiada en el sector, está impulsando un cambio muy fuerte en sus servicios para tratar de revertir su imagen ante el público.
Por otro lado, son cada vez más las empresas que buscan vincularse de alguna manera a la música por su valor en tanto contenido creativo y por su capacidad para generar empatía con los potenciales consumidores. Dos casos concretos: Converse está abriendo un estudio comunitario para que nuevas bandas graben sus discos y Google se asoció a Arcade Fire para personalizar al extremo la experiencia del videoclip:
The Wilderness Downtown, an interactive music video, launched Arcade Fire’s first single, We Used to Wait, from their acclaimed album The Suburbs; and also demonstrated the processing capacity of Chrome, Google’s internet browser. After viewers input the home address or postcode where they grew up, Chrome pulls together a map and Google Street View data to depict satellite views of their old neighbourhood and a montage of familiar images. At the song’s climax, the viewer’s childhood home is reached and they are asked to write or draw a message to their younger self. Their keystrokes and cursor lines grow plantlike branches and tendrils, presaging the final stage of the video which sees trees bursting forth across the streets and gardens that defined the viewer’s youth. The project, which has attracted over five million visitors, was the brainchild of director Chris Milk and Google Creative Labs artist Aaron Koblin, and teams at @radical.media, B-Reel and Google (Contagious Magazine 25).
¿Y cuál es el rol del Estado en este merengue? Arriesgo algunos desafíos: Otear el horizonte para descubrir nuevas tendencias, apoyar la incorporación de tecnología como herramienta transversal al sector y promover, sobre todo, a la música en vivo. La última edición de BAFIM, que acaba de concluir, estuvo orientada en esa dirección y en 2012 vamos por más. Stay tuned...