(La foto es de National Geographic)
Para muchos las bibliotecas están destinadas a desaparecer, barridas por la ubicuidad de los contenidos en Internet y el auge del libro electrónico. Mientras tanto, en nuestro país, la decadencia de esos paraísos borgeanos parece anteceder a los cambios tecnológicos. A pesar de la extensa vida cultural de Buenos Aires, que incluye un importante número de librerías (¡y hasta nuestra Noche de Librerías!), no hemos incorporado a estos lugares del saber a nuestra civilidad como verdaderos espacios públicos.
Sin embargo, a juzgar por diferentes experiencias internacionales, es justamente ese cariz comunitario desde el cual se está gestando el regreso de estos templos paganos, ahora hibridados y fortalecidos por los avances tecnológicos.
En Rotterdam la noticia del cierre de 19 bibliotecas públicas movilizó a la comunidad y provocó un debate intenso y creativo. Con la consigna de reflexionar en torno al espacio ideal de lectura se generaron conversaciones, talleres y festivales que contaron con la participación de una gran cantidad de voluntarios. Como resultado, se refuncionalizaron otros espacios (por ejemplo, unos viejos baños públicos), para convertirlos en biblioteca, café, oficinas de trabajo colaborativo y mucho más. Ese ethos comunitario es el corazón de la biblioteca como espacio público.
En el estado de Arizona están experimentando con otra combinación sumamente interesante: Una red de incubadoras de negocios bajo el formato de espacios de trabajo colaborativo alojados dentro de las bibliotecas públicas.
Si pensamos a la biblioteca como el espacio ideal para reflexionar, trabajar y conectarse la tecnología se erige más como oportunidad que como amenaza. En la biblioteca James B. Hunt, de la Carolina State University, instalaron el Bookbot, un sistema de entrega de libros administrado enteramente por un robot. Además, el lugar cuenta con un maker space para el trabajo con impresión 3D, un laboratorio de videojuegos y cinco Christie MicroTiles, un gigantesco sistema de proyección sobre las paredes del edificio.
Finalmente, ni siquiera el libro parece esencial para el futuro de las bibliotecas, al menos en su versión física. En Texas anunciaron la apertura de la primera biblioteca bajo el sistema BiblioTech: No habrá un solo libro físico en todo el edificio.
Sin embargo, a juzgar por diferentes experiencias internacionales, es justamente ese cariz comunitario desde el cual se está gestando el regreso de estos templos paganos, ahora hibridados y fortalecidos por los avances tecnológicos.
En Rotterdam la noticia del cierre de 19 bibliotecas públicas movilizó a la comunidad y provocó un debate intenso y creativo. Con la consigna de reflexionar en torno al espacio ideal de lectura se generaron conversaciones, talleres y festivales que contaron con la participación de una gran cantidad de voluntarios. Como resultado, se refuncionalizaron otros espacios (por ejemplo, unos viejos baños públicos), para convertirlos en biblioteca, café, oficinas de trabajo colaborativo y mucho más. Ese ethos comunitario es el corazón de la biblioteca como espacio público.
En el estado de Arizona están experimentando con otra combinación sumamente interesante: Una red de incubadoras de negocios bajo el formato de espacios de trabajo colaborativo alojados dentro de las bibliotecas públicas.
Si pensamos a la biblioteca como el espacio ideal para reflexionar, trabajar y conectarse la tecnología se erige más como oportunidad que como amenaza. En la biblioteca James B. Hunt, de la Carolina State University, instalaron el Bookbot, un sistema de entrega de libros administrado enteramente por un robot. Además, el lugar cuenta con un maker space para el trabajo con impresión 3D, un laboratorio de videojuegos y cinco Christie MicroTiles, un gigantesco sistema de proyección sobre las paredes del edificio.
Finalmente, ni siquiera el libro parece esencial para el futuro de las bibliotecas, al menos en su versión física. En Texas anunciaron la apertura de la primera biblioteca bajo el sistema BiblioTech: No habrá un solo libro físico en todo el edificio.