miércoles, marzo 20, 2013

Es tuya, Juan

(Imagen robada de acá)


Este humilde blog aboga con cierta regularidad por la participación ciudadana. Si realmente existen tantas ciudades como ciudadanos, es decir, si hay tantas ciudades posibles como las que nos animemos a contar y vivir cada uno de nosotros, entonces el destino está claramente en nuestras manos. Cada tanto aparecen manuales de instrucciones para facilitar la vida del activista urbano ocasional. 

De hecho, y como ya hemos visto, el propio design thinking tiene mucho que decir respecto a la configuración de nuestras urbes y a nuestro rol en la definición de las mismas. La consultora de diseño Frog acaba de publicar para descarga gratuita su Collective Action Toolkit (Vía Co.Design), con la intención de empoderar comunidades y grupos de interés de países en desarrollo a través de herramientas muy sencillas. Es un proyecto generoso y con un enorme potencial. Ojalá tenga en breve una versión en castellano. 

En un plano más lúdico, Pivot Dublin propone tres formas sencillas de "hackear" la ciudad: 1. La psico geografía o deriva urbana (¡uno de mis "juegos" preferidos en la ciudad! Ver acá y acá); 2. El parkour (al que podría sumarse el skate y otras variantes urbanas); y 3. El hackeo de un espacio físico (apuntando a explorar y resignificar los intersticios, los lugares abandonados, las cicactrices de la ciudad).

Vivir en una ciudad es una aventura fascinante si sabemos aprovecharla. ¡Habrá que abrir la puerta y salir a jugar!


jueves, marzo 07, 2013

Algunos dilemas de la impresión tridimensional

El sueño de la Trimaker produce monstruos

Ya hemos reseñado aquí los albores de la revolución que Chris Anderson señala en su nuevo libro Makers: El mundo está a punto de ser tomado por asalto por una horda de impresoras 3D a bajo precio y con usos todavía insospechados. Y todo indica que Argentina también será parte de esta historia que recién ahora empieza a tomar forma.

Gracias a la invitación de @emilianchamorro pude ver en acción a la @Trimaker1 , impresora 3D de fabricación nacional que está todavía en etapa de testeo. Arriba pueden verse algunos de sus "frutos". En diferentes países, mientras tanto, proliferan los espacios de trabajo colaborativo que mencionamos en este post anterior. Ya hay en carpeta algunos proyectos similares en Buenos Aires y, si las trabas a las importaciones no complican excesivamente las cosas, en breve estarán funcionando. De hecho, hasta nuestro Centro Metropolitano de Diseño (CMD) podría plantearse, en otras funciones, como un gran espacio de experimentación para inventores y diseñadores.

Estos avances vienen acompañados de dilemas interesantes y novedosos. A mediados del año pasado Clive Thompson publicó el artículo "New Tech V. Old Laws" en la revista Wired, alertando sobre los peligros inherentes a aplicar el marco legal actual a estas nuevas configuraciones productivas:

So really, the longer-term danger here is that manufacturers will decide the laws aren’t powerful enough. Once kids start merrily copying toys, manufacturers will push to hobble 3-D printing with laws similar to the Stop Online Piracy Act. “You’ll have people going to Washington and saying we need new rights,” Weinberg frets. Imagine laws that keep 3-D printers from outputting anything but objects “authorized” by megacorporations — DRM for the physical world. To stave this off, Weinberg is trying to educate legislators now. I hope he’s successful. After all, 3-D printers aren’t just about copying. They’re a powerful new tool for experimenting with the design of the physical world, for thinking, for generating new culture, for stretching our imaginations.

Pero también la poesía se esconde en los fríos mecanismos y en la cadencia regular de estas impresoras. ¿La tecnología nos permite volver a encontrarnos con nosotros mismos, con nuestra capacidad de soñar y plasmar en materia lo que soñamos? ¿Podemos nuevamente contar historias a partir de lo que fabricamos a escala humana? ¿Vamos a una lucha del hombre contra las máquinas o una hibridación consciente y más poderosa? 

Vale la pena echarle una mirada al artículo "O homem e a máquina" de Juliana Lopes sobre una curiosa "acción" desarrollada durante la Semana del Diseño en Milán en 2012. Allí el artista Dominic Wilcox planteó una lucha contra una impresora 3D, trabajando codo a codo junto a la máquina para ver quién desarrollaba el mismo producto en menor tiempo. La máquina, por supuesto, le ganó al hombre pero sin duda hay algo noble en el sudor del artesano y en perfecta e irrepetible imperfección de su obra. Espero que nunca perdamos la capacidad de sorpresa.